Entrevista a Aimé Nabaloum, Redactor Jefe de Le Reporter
Publicado en MUNDO NEGRO, 1 de noviembre de 2021
Texto: Xaquín López desde Uagadugú
Fotografía: Sonsoles Meana Alonso
A pesar de que Burkina Faso atraviesa el momento más crítico de su reciente historia, el país exhibe el galardón de ser uno de los cinco países africanos con mayor espacio para la libertad de prensa. Uno de los medios de comunicación de mayor prestigio es la revista digital Le Reporter. Su redacción está en los bajos de una discreta casa en el centro de la capital, Uagadugú. Cinco jóvenes periodistas forman una plantilla con una consigna clara: fiscalizar la acción del gobierno y de los poderes económicos que lo sustentan.
El redactor jefe de Le Reporter, Aimé Nabaloum, pese a su juventud, tiene un largo recorrido en el periodismo de investigación. La corrupción, el terrorismo, el riesgo de un golpe de estado son temas de actualidad en el país saheliano que Nabaloum afronta con la serenidad del periodista que conoce bien su oficio.
El hecho de que Burkina Faso sea el cuarto país productor de oro de África ha atraído el interés de las grandes multinacionales del sector, pero los grupos terroristas yihadistas también están al acecho. Un tema espinoso en el que se ha infiltrado Aimé y del que ha salido galardonado.
¿Una investigación suya ha merecido el premio de la Lucha contra la Corrupción?
El año pasado me concedieron el premio de Lucha contra la Corrupción por una investigación sobre el carbón fino, de hecho lo titulamos el affaire charbón. Se trata de una sociedad minera en la región del Sahel, de capital canadiense, que quería exportar minerales, bajo el pretexto de que se trataba de carbón fino y que sería tratado en Canadá. La sociedad minera exportaba ese mineral en contenedores por Costa de Marfil hasta Suiza y de ahí a Canadá. Alegaban que era carbón, pero realmente había oro incrustado. Lo desvelamos en nuestra revista y detuvieron los contenedores antes de salir de Burkina Faso. La mina alegaba que se trataba de carbón sin oro, el ministerio de Minas avalaba esa tesis diciendo que la procedencia era legal y entonces entendimos que el ministerio defendía a la mina ¿por qué? Ahí nos dimos cuenta que el procedimiento no era legal porque la mina carecía de licencia para esa exportación. En ese lío, el ministro fue a ver al fiscal general ¿por qué? El fiscal nos reconoció que el ministro quería negociar para evitar que affaire cayera en manos de la justicia.
¿Qué supone ejercer la investigación periodística en un país tan complicado como Burkina Faso?
No es nada fácil porque cada artículo es una revelación, asuntos que el gobierno oculta. Cuando consigues desvelar esos secretos, el gobierno no está contento y el descontento se extiende por el sector empresarial y te cortan el grifo de la publicidad, tanto la del Estado como la privada. No nos invitan a los actos oficiales ni a las ruedas de prensa porque somos periodistas críticos. La prensa en papel no tiene mercado en el país, los jóvenes piratean nuestros reportajes y los distribuyen en redes sociales, por eso que rentabilizar nuestras investigaciones resulta complicado. Las jóvenes generaciones de periodistas, al ver lo que pasa, se decantan por la prensa rosa y la comunicación y por otros asuntos menos peligrosos. Estos no es vocación, esto es sacerdocio.
¿Hay libertad de prensa en Burkina Faso?
Hay libertad de prensa, pero no permite la supervivencia de los periódicos. Estamos bien clasificados en el ranking de la libertad de prensa en África, estamos en el segundo o tercer puesto. Eso está bien, pero hay ciertas leyes que nos impiden ejercer el oficio con libertad. En el contexto de terrorismo, el periodista tiene prohibido revelar lo que pasa en el frente de guerra al norte y al este del país, aunque tengas fuentes directas. ¿Vamos a impedir el trabajo periodístico? Es un problema grave.
¿Cuál es el diagnóstico de la situación del país?
Vivimos una situación inquietante porque hemos sufrido el peor ataque terrorista de este año en junio en la village de Sholam, con 160 personas muertas. Todos estamos encolerizados, la sociedad civil, la oposición política, los defensores de los derechos del hombre y el gobierno no parece que tenga medios para resolver el problema. Yo personalmente creo que, tras esa masacre, el ministro de Defensa y el de Seguridad Nacional, incluso el Primer Ministro deberían hacer autocrítica y reconocer que han fracasado, pero no. Parece como que no hubiera sucedido nada. Las emboscadas continúan, los agentes de las Fuerzas del Orden son asesinados y el gobierno es incapaz de resolver el problema. Estoy convencido de que, si esto hubiera ocurrido en otro momento de la historia, ya habríamos sufrido un golpe de Estado. Nuestra historia es particular porque en 2015 sufrimos un golpe de estado y la población se opuso. Entonces yo creo que cualquier intento de tomar el poder por la fuerza va a ser rechazado. Lo que tenemos que hacer los burkinabés es detener la amenaza yihadista, que ese es el gran problema al que se enfrenta nuestro país.